En tiempos muy antiguos, un señor muy rico cazó una vez una
garza tierna y sabrosa. La llevó donde su cocinero que se llamaba Chiribico. Le pidió que la tuviera lista para la· noche porque
tenÃa invitados a comer.
Con todo cuidado empezó el buen Chiribico su trabajo. Algu- ¡
nas horas después, salÃa de la cocina un olor que invitaba a comer.
Aniceta, la novia de Chiribico, pasó cerca de ahÃ, y al sentir
aquel delicioso y a
-
petitoso olor entró y preguntó:
-¿Chiribico, qué cosa estás cocinando que asà huele?
Sin esperar respuesta, destapó la olla, y al ver el ,ave se em�p'eñó en que le diera una pata.
-Eso sà que no, Aniceta, eso sà que no - contestó Chirib,ico.
Grande fue el enojo de Aniceta.
-Si no me das la pata, no te volveré a hablar nunca más
-le dijo.
Grande fue también el apuro del pobre Chiribico. Por un la�do temÃa la cólera de su señor, pero por ?tro lado, querÃa compla�cer a su novia.
Cuando Aniceta abrió la puerta para irse, Chiribico, tomando
el muslo de la garza, le dijo:,
-Toma, Aniceta, cómetelo. Por ti soportaré la cólera de mi
señor.
Al llegar la noche, la mesa del señor estaba servida. HabÃa
muchos invitados. El señor les hablaba de la garza que pronto ser�virÃa su buen cocinero Chiribico.
Chiribico, que en ese momento llegaba a la mesa con la garza,
casi se cae del susto.
El señor tomó el platón, y al ir a servir a sus invitados, notó
la falta de una pata.
· -Chiribico, gran tragón, ¿dónde está el otro muslo de la
garza?- preguntó muy enojado
-Es que, señor - contestó el pobre Chiribico con un temblor
en la voz·-· ¿no se ha fijado usted que hay garzas que sólo tienen
una pata?
-¿Cómo que sólo tienen una pata? - dijo aún más bravo.
-Pues verá; sÃ, señor. Si quiere mañana vamos al campo .y
se lo demostraré.
-Está bien -dijo el señor, que no querÃa una discusión muy
larga delante de sus invitados. Mañana iremos al campo a ver
esas garzas. Pero te advierto que de no ser asÃ, recibirás cien azo�tes' por mentiroso y tragón.
A la mañana siguiente salieron .el pobre Chiribico y su señor
al campo. Caminaron largo rato.· De pronto, a lo lejos, junto a un
estanque, vieron una bandada de garzas descansando. Como es
· costumbre en ellas, estaban paradas sobre, una pata, de ·manera
. que la otra no se les veÃa.
· -
-Mire usted, señor-. gritó feliz Chiribico -. ve usted cómo�las garzas sólo una pata. tienen?
-Espérate, mentiroso, ya verás - dijo el señor acercándose
a las garzas y gritándol,es: ''jo-jo"
Desde luego, las garzas asustadas sacaron su otra pata y salieron corriendo.
-Ahora, sÃ, tragón, tienen ·una pata o tienen dos?
Chiribico no se quedó callado:
-Qué gracia señor, lo que pasa es· que usted a la garza que
se' comió anoche no le hizo "jo-jo". Apuesto a que si 1·e hubiera he�cho "jo-jo", también habrÃa sacado su otra pata.
Al señor le hizo tanta gracia. esta respuesta, que su enojo se le
fue en risas y contestó:
-Tienes ra'zón, Chiribico.
Y asà fue como, gracias a su respuesta, se salvó Chribico de
los azotes y volvió a hacer las paces con· su señor.



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